12.06.2014
11:07 AM
Este lunes estaba en la Universidad Santa María y se me acercó una profesora de la escuela de Comunicación Social, asidua visitante al Parque del Este, para comentar sobre la ola de robos que hay en estos espacios. Prácticamente hoy el Parque del Este es tema de conversación por su inseguridad. La semana pasada, el miércoles 4 de junio, a las 11:30 am, dos jóvenes fueron asaltadas. Una de ellas, estudiante de Arquitectura de la Universidad Simón Bolívar, cuyo nombre no estoy autorizado a difundir, narró lo sucedido.
“Estaba con una compañera de clases sentada en unos banquitos por la parte de arriba del laguito, donde alquilan botecitos de pedales. Teníamos allí unos 15 minutos cuando dos hombres se pararon delante de nosotros y nos bloquearon la visual. Estábamos dibujando y cargábamos solo el bolso de la universidad y el cuaderno de dibujo. La presencia de ellos me incómodo un poco y decidí pararme para irme a otro sitio, pero los hombres se pusieron uno a mi lado y otro al lado de mi amiga como para que no pudiéramos movernos y nos tuvimos que quedar sentadas”.
La joven señala que “entonces ellos empezaron a hablarnos mientras nosotras no le respondíamos ni una palabra. Uno de ellos comenzó preguntándonos de donde éramos y que estudiábamos, también sobre lo que estábamos dibujando. Cuando les contesté que ya nos íbamos, uno de ellos, el que más hablaba, nos dijo que estaba armado y que tenía varios muchachos observándonos desde diferentes puntos del parque. Nos dijo que sí nos movíamos, gritábamos o teníamos alguna actitud rara nos podían disparar o hacer alguna marca en la cara. También nos dijeron que no querían problemas con nadie, pues acababan de salir de la cárcel y no querían volver por lo que teníamos que cooperar“.
La estudiante de la USB relató que luego de aproximadamente más de media hora de psicoterror nos dijo que sacáramos nuestros celulares (que los teníamos en el fondo del bolso) y se los diéramos como sí ellos fueran nuestros amigos para que nadie sospechara, pues en el parque había gente alrededor.
“Uno de ellos me preguntó si yo tenía mi celular porque no me lo había visto y yo no respondí por miedo, preferí sacarlo a que revisara mi bolso y se llevara la cartera o las llaves del carro. Después de esto los dos se pararon y el que habló todo el rato nos dijo que no nos moviéramos de ahí como en media hora y que después nos fuéramos derecho a nuestras casas sin decirle nada a nadie. Por el gran miedo que sentimos en el momento nos quedamos ahí paralizadas más de media hora y luego fuimos al cafetín que está donde los botecitos y un señor nos presto su teléfono para avisar a nuestros padres y luego nos acompañó hasta el carro”.
Los dos sujetos fueron descritos de la siguiente manera: uno blanco flaco y estatura promedio, camisa corta de cuadros y jeans y un bolso donde llevaba el arma. El otro era moreno con gorra y chemise blanca. Edad promedio entre 25 y 30 años.
“Realmente no tenían mal aspecto. Al principio pensábamos que sólo eran dos jóvenes buscando muchachas”, dijo.
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